Una lectura comprensiva es aquella por la cual se interpreta la totalidad de los contenidos del texto

El proceso de la información tiene como eje central la comprensión del significado de los conceptos para elaborar estructuras de mentales. Se busca la asimilación comprensiva de los conocimientos, como medio para retenerlos mejor y para potenciar el pensamiento propio.

Pareciera obvio que la lectura sea sinónimo de comprensión decimos: “sabe leer” simplemente porque decodifica el mensaje.   En algunas de clases de Discipulado o de Escuela Bíblica, es el tutor el que luego de la lectura por parte de uno de los alumnos, procede a explicar, dándoles todo “digerido” el contenido a su alumnos. Si bien esto se realiza con la mejor intención del mundo, lo único que se consigue es amputar el desarrollo cognitivo, aunque a veces los integrantes del grupo participen con algún que otro comentario o experiencia.

Debemos facilitar que el alumno decodifique y manipule el formato de la misma, organice y examine las variables, recupere información relevante, planifique alternativas de resolución, extraiga o transfiera principios subyacentes. Finalmente, también es importante facilitar la propia evaluación de los resultados, reforzando la reflexión, por encima de la rapidez de las respuestas.

Me atrevería a sugerir que los materiales sean entregados con antelación a los alumnos, para que en sus casas realicen antes una lectura comprensiva, para que luego en clase pasen a la  lectura Reflexiva: deteniéndose en cada párrafo para analizar, sin olvidar la lectura Analítica en la que se puede ir anotando al margen las ideas relevantes. Sucede que si los alumnos estuviesen en posesión del material, estarían ya dándole vueltas al texto, dejando aflorar conclusiones o tal vez cuestionamientos que solo surgen luego de un tiempo de reflexión sobre el mismo.  Si lo lee por primera vez en clase, puede que este proceso se manifieste cuando ya hayamos pasado a otro tópico, dejando así inconcluso en su mente el tema.

Una iniciativa de inestimable valor que los maestros de estudios bíblicos podrían tomar, es el de incentivar a sus alumnos a leer, a leer en todo tiempo, adoptar el habito sano de  recurrir a libros variados, no solo de contenido doctrinal, si no también de cultura general, mientras más abiertos sean a las ideas, más capacidad tendrán de establecer criterios propios y respetar la postura de otros.

A veces las necesidades son diversas en una clase, hay personas que carecen de conocimientos básicos de lectura e interpretación: apenas saben leer. Otros son dogmáticos al extremo y ponen barreras al aprendizaje, pero nos concentraremos aquí en los que tienen nociones muy limitadas a nivel general. Especialmente en lengua, no captando el significado de términos lingüísticos utilizados en clase.

Para estos casos, propondría clases alternativas y paralelas de lengua, donde se desarrollen contenidos básicos de interpretación y lectura, como los que personalmente he venido desarrollando en algunas Iglesia, a algunos incluso hemos enseñado a leer y a escribir.  El deseo que tenían aquellos hermanos por aprender de la palabra de Dios, les hacía superar la timidez y la inhibición que en ocasiones produce el hecho de tener que asistir a clases de alfabetización.

Teniendo en cuenta estos alumnos con problemas de aprendizaje, nuestras clases deben presentar contenidos abiertos y explícitos, poniendo así al alcance de ellos, lo que otros estudiantes aprenden en situaciones de aprendizaje más espontáneas e implícitas, con más habilidades de inferir.

Otra propuesta sería, luego de una búsqueda de mayor eficacia por parte  de las responsables de éste proyecto, es la de crear una Biblioteca auxiliar, con textos de apoyo además de Diccionarios, Comentarios y Atlas bíblicos, y Diccionarios de lengua española.  Esto teniendo en cuenta que es escueta la presentación de un elemental folleto para respaldar verdades tan complejas y profundas como las que se enseñan en las clases de la Escuela Bíblica.  En algunas Iglesia, aún es más preocupante el hecho de que el maestro solo comparte ciertos versículos que tiene en su bosquejo de enseñanza, pero no deja nada palpable en manos de sus alumnos, ni Resumen  ni Síntesis con que reforzar la enseñaza, que solo ha sido oral.

Las cookies nos permiten ofrecer nuestros servicios. Al utilizar nuestros servicios, aceptas el uso que hacemos de las cookies. Más información.