Estudiaremos la Biblia a través del Método Inductivo. Es un método que Jesús mismo utilizó en Mateo 16:13-20 donde le hizo a sus discípulos una serie progresiva de preguntas que los llevaron a verbalizar, explicar y llegar a una conclusión con la asistencia del Espíritu Santo y la revelación del Padre.

A. Procedimiento

El estudio bíblico inductivo tiene tres pasos:
1. Observación de los hechos: Se tiene en cuenta lo que dice el texto. El estudio debe limitarse al capítulo o pasaje en discusión. No se deben estudiar muchos pasajes a la vez. Si se salta de un pasaje a otro las personas nuevas se confundirán.
2. Interpretación de los hechos: Se trata de descubrir lo que el autor quiso que sus lectores originales entendieran. Permita que el capítulo se explique por sí sólo. Evite las referencias a otras autoridades: «Mi pastor dice» o «En la revista tal y cual dice…» etc.
3. Aplicación de la conclusión. Se acepta personalmente la verdad descubierta y se responde con la acción de inmediato.

 B. Herramientas

1. Diferentes versiones de la Biblia contribuyen mucho a facilitar la comprensión de cualquier pasaje.
2. Un buen diccionario. La definición precisa de alguna palabra puede clarificar algún concepto dudoso.
3. Un diccionario bíblico. No es obligatorio que lo tenga el grupo. El líder puede solicitarlo a su pastor o biblioteca de su iglesia y consultarlo cuando haga falta fuera de la reunión.
4. Concordancia de la Biblia. Como no se emplearán referencias cruzadas, se recomienda la concordancia para las ocasiones especiales y donde otros pasajes bíblicos puedan ayudar a entender mejor el texto en estudio.

C. Ventajas

1. Envuelve totalmente la mente de los participantes, manteniendo su interés.
2. Facilita una comunicación más precisa, permitiendo la clarificación inmediata de conceptos erróneos. Capacita al líder para notar a cada paso las reacciones y los obstáculos para la fe.
3. Se convierte en una investigación personal, que permite a las personas el gozo de descubrir la verdad por sí mismas en lugar de escucharla de otros. Esta verdad se torna más significativa, es retenida más tiempo y estimula el estudio personal.
4. Hace justicia al texto, puesto que permite que la Palabra de Dios hable por sí misma. Cualquier conflicto de opinión puede ser resuelto más fácilmente refiriéndose al texto, aun cuando algunos participantes no acepten la autoridad de la Biblia.
5. No depende de profesionales o dirigentes con preparación teológica. El guía o líder no pretende ser una autoridad. El también es un aprendiz. Esto no lo excusa si no se prepara bien, pero el hecho es que el guía no tiene que tener miedo de decir que no sabe. Pueden surgir maneras de encontrar una respuesta antes de la próxima reunión.
6. Permite que el Espíritu Santo enseñe al grupo a través de sus propios miembros.
7. Finalmente, en la evangelización es un método objetivo y atrayente de estudiar las Escrituras con nuestros amigos no-cristianos.

 D. Cómo crear un buen clima en la reunión

1. Procure formar una atmósfera franca y sin tensiones. Las emociones afectan el proceso de aprendizaje. Algunos pueden sentir desafiados sus conceptos o amenazada su seguridad. La timidez, los sentimientos de incapacidad, la actitud defensiva son barreras internas que traban la comunicación. Pero la aceptación nos libera para considerar nuevas ideas y enfrentar nuevas decisiones.
2. Dé el ejemplo relajándose usted mismo. Sea natural. Conserve el sentido del humor. Esté dispuesto a reírse de usted mismo. Pero cuide que su humor y entusiasmo no eclipsen a otros. Si el estudio le revela a usted personalmente alguna falta en su propia vida, sea franco en reconocerlo. Si usted es sincero en compartir con otros sus propias experiencias, ellos también lo harán.
3. Haga un círculo informal de modo que todos puedan mirarse unos a otros cómodamente. Todos debieran aprender los nombres completos de los demás. Vale la pena dedicar algunos minutos al comienzo para hablar de cosas de interés general.
4. Cuídese de no hablar demasiado. Trate de referir a otros las preguntas que se le dirigen a usted para que la discusión se vaya desarrollando entre todos.
5. Acepte a cada persona con todas sus idiosincrasias, molestias y sorpresas. No lo clasifique como un «tipo tal o cual»; trate de entender su trasfondo, especialmente sus relaciones familiares. Descubra lo que más le interesa y lo que más lo fastidia.
6. No critique las creencias de nadie. Por otra parte, no suavice ni trate de pasar por alto ninguna parte del pasaje que contradiga las creencias de alguien.

E. Cómo escuchar, hacer preguntas y dar explicaciones

1. Escuche lo que dicen los participantes, no sólo audiblemente. Es importante no sólo lo que dicen las personas, sino también por qué lo dicen.
2. Use sabiamente las preguntas. Haga preguntas que estimulen el intercambio y no sólo que requieran respuestas de una palabra o meramente una aprobación. No los apremie para que respondan. Déjelos pensar. Al mismo tiempo, estimúlelos para que pregunten también, y trate que el grupo responda. Tenga en cuenta que la reunión no debe ser meramente una sesión de preguntas y respuestas entre el líder por un lado y los miembros del grupo por otro.
3. Dé libertad de expresión, de modo que cada cual pueda decir lo que piense. Pero no se aparte del tema. Ante una pregunta superficial pida la opinión de otros. No tema las discrepancias y no pierda el tiempo en ellas si no son importantes.
4. Sepa cómo explicar ciertos puntos. Por ejemplo: datos sobre la fecha del texto, circunstancias o el trasfondo histórico, palabras poco conocidas, etc. para lo cual debe informarse con un diccionario bíblico y otras herramientas.
5. Evite la «jerga evangélica» cuando hay inconversos o nuevos creyentes y explique sencillamente los términos teológicos. ¿Cómo entiende el no-cristiano términos como: la dádiva de Dios, la carne, el mundo?

F. Cómo tratar las posibles tensiones

1. No tenga miedo de los silencios, especialmente después de preguntas que requieren pensar cuidadosamente. Pero si no hay respuesta alguna y las personas no están investigando el texto ni pensando, probablemente haga falta volver a formular la pregunta.
2. Nunca diga que una respuesta o un punto de vista son erróneos. Pregunte con tacto: «¿En qué parte de la Biblia está eso?» «Es interesante ¿cómo llegó a esa conclusión?». O haga que el grupo intervenga, diciendo: «¿Qué piensan los demás sobre este punto?»
3. Si surge una divergencia seria, remítase al texto. Haga un resumen válido de los puntos positivos y continúe adelante. Si no hay una respuesta clara, consulte otro pasaje o decida continuar con el tema la próxima reunión.
4. Estimule a los miembros tímidos, dirigiéndoles ocasionalmente una mirada. Cuando le parezca que están listos para participar verbalmente use una pregunta sencilla pero importante. No señale a ninguno en particular llamándole por su nombre para formularle una pregunta.
5. No permita que los miembros más locuaces monopolicen la discusión: dirija preguntas a otros. Si es necesario hábleles en privado acerca de la necesidad que en el grupo todos participen. Propóngales que lo ayuden a estimular la participación de los demás.
6. Muéstreles a los miembros más informados que frecuentemente se desvían con referencias y otros temas, el valor de no apartarse del texto.
7. Sugiérales a los miembros que quieren temas controvertidos que éstos pueden discutirse en otro momento.

 ( * Estas recomendaciones fueron seleccionadas y adaptadas de los libros «El Estudio Bíblico Creativo» por Ada Lum y Ruth Siemens y de «Cómo iniciar un grupo vecinal de estudio bíblico» por Marilyn Kinz y Catherine Schell.)

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