En estos días, un pastor comentaba que dos mujeres de su iglesia iban visitando las tiendas del barrio, para orar por los propietarios y sus negocios. De regreso ellas reportaban que muy pocos se oponían a recibir oración, sin embargo algunos aducían que sería en vano, pues ellos no tenían fe, a lo que éstas hermanas respondían: “No importar, nosotras sí tenemos”.

En estos días, un pastor comentaba que dos mujeres de su iglesia iban visitando las tiendas del barrio, para orar por los propietarios y sus negocios.  De regreso ellas reportaban que muy pocos se oponían a recibir oración, sin embargo algunos aducían que sería en vano, pues ellos no tenían fe, a lo que éstas hermanas respondían: “No importar, nosotras sí tenemos”.

En si ya este hecho es llamativo, con todo, la frase que éste siervo de Dios pronunció a manera de introducción, es la que impacto en mi: “Cómo todos sabemos, las mujeres son las que apechugan siempre, las que oran, perseveran, las que aguantan al frente de la batalla”

Quien no ha oído hablar de madres que perseveran en oración por el hijo que desvió su rumbo, la esposa que luchó, reteniendo por un hilo, al marido que perdió la meta y que al final lograron su cometido, porque la esperanza la han puesto en aquel que nunca nos avergüenza. Rom.5:5.

Hace muy poco en la Iglesia Rey de Reyes hemos tenido en un seminario de mujeres, una interesante representación: A manera de desfile, iban pasando una tras otras las mujeres que habían destacado en la Biblia, comenzando desde Sara, siguiendo por Debora, Ruth, etc y mientras éstas pasaban con el atavío correspondiente a cada personaje, portando en sus manos algún objeto que simbolizara o resumiera el desempeño que habían tenido en su época, se nos ensanchaba el alma, porque nos hacían palpable la obra de aquellas hijas de Dios que fueron clave en su momento.

Apreciada hermana, amiga, tú eres también una pieza clave en el engranaje del plan de Dios para éste tiempo, para ésta Iglesia y para la familia en la cual estás insertada, como madre, esposa o hija, eres una libertadora, portadora de bendición.  Descubre cual es la herramienta que debes portar para desempeñar el papel que el Señor espera que desarrolles: ¿el de conciliadora? Como el de Abigail que evitó toda una matanza a través de sus sabias palabras, ¿el de libertadora? Como Débora que no puso como escusa el ser mujer para no inmiscuirse en temas de batalla.  ¡Ah! , hermana, amiga hay una importantísima misión en tus manos y un tiempo propicio para llevarlo a cabo.

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