Una de las grandes paradojas de la vida cristiana es simbolizada por solo dos letras: FE. Visto desde fuera, como lo vería cualquier espectador, pareciera el sin sentido más grande de la historia.  Tú crees aunque lo que anhelas no esté ahí, aunque todo diga que no, aunque todo se oponga. En consecuencia a esa fe, actúas de manera diferente al resto de la gente.  Los demás llaman bueno a ciertos comportamientos y libertades etiquetados bajo el rótulo de “diversión”. – ¡Vamos hombre! no seas estirado/a, un poco de diversión, no le viene mal a nadie, unas copas, unas chicas o chicos y quien sabe quizás surja algo más fuerte que te haga volar -.  Tú te pones firme y declaras que eso en lugar de alegrarte, te entristece grandemente, angustia tu alma.  Le explicas que si llegases a aceptar una invitación así, caerías en un pozo de desesperación.  Todos se burlan de ti, tú tienes paz.  Acto seguido, les explicas el porque de tu negativa a la propuesta, les expones la razón de tu gozo sin necesidad de ninguna de esas cosas, les cuentas que Cristo llenó cualquier vacío que pudieras haber tenido y suplió las necesidades de tu alma y aún seguirá supliendo y fortaleciéndote hasta el fin de tus días y que te sostendrá en sus manos durante la prueba. Ellos te ridiculizan, tú tienes paz.

Otra paradoja: Aunque cualquiera juraría que todos tus argumentos caen en saco roto, tras la aparente desidia de tus interlocutores, hay corazones que gimen por la esperanza que tú tienes, detrás de la burla hay llamadas de auxilio, ansiosamente camufladas para no desvelar un alma desnuda y sola. La fe que cada joven tiene es el antídoto a este mal que se propaga más rápido y más  peligrosamente que la gripe A.  Ahora da el decisivo paso contra todo pronóstico que el mundo te dé y únete a los chicos y chicas que caminan por fe y en fe.  Haz real también en tu vida el versículo de 1º de Juan 5:4 que declara que nuestra Fe vence al mundo.

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