La polémica que despertó hace poco la parodia de la niña pobre paraguaya, por uno de los canales españoles, dio muchísimo que hablar y más aún que criticar y condenar.  Llegó hasta la esfera política, teniendo que el mismo embajador español en Paraguay, asumir la falta de los responsables y pedir disculpas en los medios de prensa.

Muchos dicen que no le ven la gracia, que cómo pudieron imaginar los creadores de ese vídeo que hubiese podido despertar risas, que es inconcebible.  Pero parece evidente que no pretendían en ningún momento ser jocosos, si no más bien ser incisivos y mordaces, a como diera lugar, para llamar la atención sobre el programa, en éstos días que nadie piensa en nada más que en el mundial. Y lo han logrado, vaya que sí, ese ridículo vídeo ha dado la vuelta al mundo.

 Estos sucesos ponen nuevamente de relieve las necesidades que tiene todo el mundo de llamar la atención, ya sé ustedes dirán que no es manera, que para hacer una gansada de esas, mejor quedarse en el molde y no hacer nada y que más provechoso sería pasar desapercibido por discreto que estar en boca de todos por desubicado o extravagante.

 Vale, en éste caso es una cadena de televisión, aún cuando hayan tenido que pagar alguna multa, el programa cómico éste salto al conocimiento general. Ha sido una publicidad eficiente.  Pero pensemos que existen también personas anónimas que se deshacen por llamar la atención, que sin reales dotes para tal o cual cosa, se lanzan a realizarlas quedando tan mal parados que mejor les hubiera sido seguir ignorado por algunos que desestimado por todos.

 Algunos quizás solo se concentren en la mala actuación como maldad premeditada, como irresponsabilidad directa de los creadores de ese video, como programado interés de denigrar a los “sudacas” y de colocarlos de mala onda, en vísperas del partido Paraguay – España.  Vale, todo esto bien puede ser. Pero que lograron su objetivo de saltar a la palestra lo lograron.  Pero en éste caso no es un logro meritorio, porque el mal sabor de boca y la indignación, será el sello que los acompañe siempre.

He querido utilizar como plataforma éste reciente hecho para ilustrar un tema que puede que no lo tengamos presente muy a menudo, hablando en forma individual, teniendo en cuenta a los que nos rodean, ya pueden ser los mismos miembros de nuestra familia, especialmente los jóvenes o algún conocido, amigo, un miembro de nuestras iglesias. A quien vemos hacer cosas raras, sabemos que en el fondo es buena persona, pero alguna oculta rebeldía aflora de tanto en tanto, pareciendo decepcionarle a él o ella primero como ejecutante del hecho y por supuesto a los receptores también.  Porque todo acto es como una onda expansiva comienza con un pequeño circulo el cual crece, sin que podamos controlar su propagación.

 ¿Qué impulsa a nuestros hermanos, a nuestros conocidos actuar repentinamente de forma extravagante? ¿Qué llamada de auxilio está camuflando ese raro comportamiento?  Hemos oído cada historia espeluznante de jóvenes que toman decisiones alocadas, que se infiltran ellos solitos en horribles laberintos, por no haber sido capaces de pedir socorro de forma directa, de expresar en forma convencional su necesidad, de gritar: ¡Auxilio, me encuentro solo, sola, no se como afrontar ésta problema, ésta sensación de soledad y frustración!

 Que Dios nos dé sensibilidad y empatía para reconocer estas llamadas de auxilio camufladas en impertinencias, rebeldías y malas maneras. Que Dios nos de corazones sensibles, ojos espirituales para ver lo interno, lo oculto que solo el amor verdadero que fluye de la gracia de Dios puede percibir y remediar.

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