Hoy no digamos que es solo un día más.  Proclamemos que éste es el día que hizo el Señor, separándolo y distinguiéndolo de todos los días pasados, ¡nos alegraremos en él! Porque nos reconocemos hijos y herederos del portentoso Dios que ha creado lo visible e invisible y ha puesto éste día a nuestro disposición para que nos gocemos en él. Y con ésta convicción, es menester que nos levantemos cada mañana.

Pero en éste mundo tan cambiante, compuesto por seres volubles, cómo esencialmente somos, de sentimientos variables y versátiles emociones,¿cómo permanecer inalterables en nuestro gozo? ¿Cómo evitaremos días grises sobre el cielo de nuestro ánimo? ¿Cómo guarecernos de la lluvia de temores, e incertidumbres que se empeñan en empapar nuestra alma?

 No, no es con control mental, tampoco invocando vibraciones positivas que puede que hallen interferencias hasta en tu propia voluntad.  Estas soluciones quizás  momentáneamente funcionen.  Pero hay un antídoto seguro: Jesucristo, nuestros ojos puestos en él nos guiarán como faros en la oscuridad,  disipará toda duda y nos hará llegar victoriosos a la meta.

Si he de confesar algo, es que Jesucristo para mi ha sido la piedra viva, el cimiento de mi existencia, quien fija y arraiga mis emociones, para no salir flotando como globo cargado del helio de los sueños, arrastrado por las corrientes de las ilusiones.  El saber que un Dios inmutable,  el Dios que no cambia, cuyas promesas todas son: Sí y Amén, ha salvado mi alma y me guarda para si, dan sentido a mi existencia y me reviste de fuerzas para declarar que Él vive para siempre y para siempre viviré con Él. 

Esta convicción constituye el  ancla que sujeta mi vida en la roca de vida para que mi barca no vaya a la deriva, no quiero soltarme del maestro nunca jamás porque necesitaba y necesito imperiosamente al Señor a mi lado, como estoy segura de que lo necesitas tú, porque todos tenemos nuestros días sin sol.   Más puedo decir con certeza que el Sol de Justicia alumbrará por siempre en tu alma, si tu se lo permites.  Sea cual sea tu circunstancia, tu caracter y tu temperamento y aunque allá afuera esté nublado, su luz te  impulsará a proclamar: “Éste es el día que hizo el Señor, Nos gozaremos y alegraremos en él”. Sal. 118:24

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